Por Gonzalo Véjar Paz, Antropólogo – Corporación ACCESO.
En estos momentos, uno de los actores políticos que más llama la atención en la escena nacional es el actual Intendente Francisco Huenchumilla, quien ha sido convocado a dar entrevistas a diversos medios de comunicación, tanto chilenos como extranjeros, frente a los cuales ha desplegado parte de su experiencia y talento.
Estas situaciones han generado diferentes análisis periodísticos y variados escritos desde líderes de opinión, lo que ha acrecentado aún más su figura. De hecho, en una nota de ElMostrador.cl daba cuenta que en los pasillos del Palacio de La Moneda se especulaba que quería convertirse en el “Mandela de La Araucanía”, en referencia al gran líder sudafricano.
Pero más allá de las cualidades personales del intendente o de los futuros pasos que pretenda dar en su carrera política -donde también se especula que querría ser el primer ministro de Asuntos Indígenas- vale consultarse cuál es el aporte que ha realizado a la región y a la cuestión mapuche en particular.
En este sentido, me parece que en la perspectiva de contar con un sistema político que incentive el debate de ideas o programas (Democracia Programática), su despliegue comunicacional ha colocado el foco de atención justamente en conceptualizaciones y en un ideario claro y definido, destacando que la cuestión mapuche no se resolverá a través de su judicialización o sólo desde una mirada economicista (problema de pobreza), sino que desde la óptica política.
De esta manera, Francisco Huenchumilla ha colocado el acento en aspectos que desde los foros académicos y de determinados líderes de opinión, se venía conversando desde hace años y se trata de que en este tema lo que debe primar son las posibles soluciones que emerjan desde el sistema político; como contemplar adecuadamente las relaciones de poder que se generan entre mapuches y “huincas”, consultarse sobre la alternativa de que los mapuche avancen en grados de autonomía territorial, económica, jurídica y política (¿emancipación?); las posibles formas de gobierno que los mapuche pudiesen implementar (¿Autogobierno Indígena?) y la organización que adopten para la toma de decisiones o la superación de discrepancias, entre otros aspectos.
Sumado a lo anterior, está el desafío de contemplar los hechos del presente desde una necesaria perspectiva histórica, historicidad que haga fuerza en la identidad, pertenencia y memoria, enfrentando que estamos ante una muy compleja realidad sociocultural, que según el Trabajador Social y Magíster en Antropología, Guillermo Davinson, “nos demanda asumir la diversidad no como un conflicto, sino como un espacio de generación de conocimiento y de propuestas”.
De todas formas, el reto está en que este accionar se inserte en el centro del Gobierno de la Nueva Mayoría, con la finalidad de que estas ideas y horizontes utópicos prevalezcan -más allá del actor puntual que los impulse- y encaminarnos a un sistema político que le reste fuerza a la personalización de la política y prevalezcan los aspectos programáticos, avanzando en contar con una democracia más robusta y de mejor calidad.