Por Venancio Coñuepan.
La historia parlamentaria mapuche es muy rica, pero también muy desconocida. Han existido ocho diputados mapuches a lo largo de la historia: el primer diputado fue Francisco Melivilu por el Partido Demócrata, 1924; Manuel Manquilef, por el Partido Liberal en 1926; en 1933 Arturo Huenchullán, por el Partido Demócrata; en 1945, 1949 y 1968, es elegido Venancio Coñuepan, por el Partido Conservador y quien en 1938 fundó la Corporación Araucana. En 1953, José Cayupi y Esteban Romero, por el Partido Nacional Cristiano y apoyados por la Corporación Araucana. En 1973, Rosendo Huenuman por el Partido Comunista y el ultimo Francisco Huenchumilla, en 1989, 1993, 1997 por la Democracia Cristiana.
Cada uno de ellos independiente del partido, fue colocando eslabones, con aciertos y con errores, fueron construyeron parte de nuestra historia.
Pero esta historia se estancó hace más de una década, tiempo en donde no tenemos representación parlamentaria. Muchos pretenden hablar por nosotros, muchos con supuestas “buenas intenciones”, no obstante, sólo han llevado agua para su molino, postergando las soluciones a nuestros problemas, en pos de la construcción de sus imperios electorales.
Siguen siendo los mismos de siempre, los mismos políticos que nos han prometido una y otra vez trabajar por los mapuches, los mismos que le han negado ir a primarias a otros peñis, los mismos que les conviene mantenernos postergados en pos de posicionar a sus familias.
La cuestión indígena esta monopolizada por el circulo vicioso de la violencia, el dialogo y el olvido hasta el nuevo hecho de violencia.
Enjaulada por consignas políticas ajenas, consignas ilusorias que con el tiempo algunos las asumen como reales. Consignas que usufructúan con lo mapuche.
“Pero no son las doctrinas políticas las que salvan a los pueblos, sino los hombres de corazones y almas grandes, sobre todo de carácter”. (Venancio Coñuepán, Diario Austral 1941).
Por eso quiero presentarme como diputado por el Distrito 51 Araucanía Costa – Carahue, Nueva Imperial, Pitrufquen, Freire, Puerto Saavedra, Teodoro Schmidt, Chol Chol, mi lof, mis tierras.
En general, todos los gobiernos algo han tratado de hacer por el pueblo mapuche. No obstante, en ningún Gobierno, ni de las instituciones políticas ni del Estado, ha existido una voluntad real, efectiva, seria y profunda, de querer aplicar una política pública indígena acorde a las necesidades reales del pueblo mapuche.
El éxito de las consignas ha sido tal en estas últimas décadas, que este Gobierno no ha hecho más que ahondar en ellas.
Sin atacar los asuntos de fondo, preocupándonos de cuestiones equivocas, tales como la violencia, la pobreza, el estado de derecho, etc. y son equivocas, porque condenar la violencia, propender a superar la pobreza, exigir el cumplimiento del Estado de Derecho, son cuestiones incuestionables y que el Estado debería buscar cumplirlas siempre, sin que estén sujetas a condición.
El Estado, las instituciones políticas y nosotros mismos –los genuinamente interesados- debemos preguntarnos si queremos avanzar juntos sin exclusión en la construcción de un Chile Multicultural.
Nosotros no queremos más políticas parciales, espontaneas y de buena voluntad. Que avancen en la superación de la pobreza o que solo condenen los hechos de violencia, eso es tan solo responder a consignas. Debemos dejar la demagogia electoral de lado.
Lo que se requiere hoy es voluntad de reconstruir nuestra identidad.
Y la voluntad, así como los principios no se compra ni se adquieren de un día para otro.
Yo no elegí ser periodista, ni ingeniero, ni tener un mba, yo elegí ser político, por lo mismo cuando tome la decisión de presentarme como candidato en La Araucanía, nadie me pregunto por qué quería hacerlo, si muchos -entre los que me incluyo- de qué forma lo lograría, pero nadie puede dudar de mi vocación de servicio público.
La UDI tiene la oportunidad histórica de llevar a dos candidatos mapuches a primarias en La Araucanía, la oportunidad de dar una señal clara y fuerte de que no existen personas con más libertades que otras, la oportunidad de demostrar que los cargos no se compran ni se piden, mucho menos se exigen.
La oportunidad de acabar con la demagogia electoral, la oportunidad de reivindicar a la UDI Popular. La oportunidad de llevar a otro mapuche al Congreso.