Por Patricio Riquelme Luco.
Leía una especie de mini polémica de que la presidenta no iba a La Araucanía y que el momiaje allá hacia show, comprándole un pasaje gigante de cartón piedra y que la Nueva Mayoría la apañaba en todo con fervor de cheerleaders. ¡¡¡Tan calcetineros que salieron estos niños de la izquierda más pragmática del universo!!!!
Bueno, al final, si va o no va, da lo mismo won, diría Bonvallet. Es parte de este jueguito de baja monta en que han convertido ese antiguo gran arte que era la política.
El tragamonedas rasqueli del negocio de barrio en que desde dueñas de casa, empleados de Johnson’s, profesoras jubiladas y vendedores de Lipigas, van a dejar sus moneditas. Un azar escandaloso trasvestido de juego destreza. Un cálculo pequeño y cagón de décimas más o menos en la próxima encuesta Cep Adimark, Marta Lagos de por medio. ¿Y si viene? ¿Cambiará el eje del globo terráqueo? ¿Conversará con Aucán o con los chicos etno progre empresariales de la Enama, en mesa conjunta con Paz Araucanía y sus camiones quemados por quizás que mano?
Leí eso acá un poco más al sur, la Presidenta tampoco viene a Chaitén, ni se ha aparecido después de la erupción que fue en su primer Gobierno.
¿Querrá hacer un Gobierno a distancia, un Gobierno telecomandado desde su oficina en La Moneda? ¿O es que en Washington están los verdaderos problemas de Chile? A esta altura, da lo mismo que vaya a pasear su Presidencial sonrisa a Ercilla sangre y fuego, a Chaitén cenizas y empuje, a su Caburgua vacacional, a Talca reconstruida en carritos de completos, a Tocopilla cabro chico pleisteichon todavía la mitad abajo desde el terremoto del 2007. ¿Importará que vaya donde la gente reclama porque están instalando en su patio y en su playa una termoeléctrica más? O que vaya donde su querido modelo neoliberal quiere instalar represas y centrales de paso que alterarán el hábitat y la vida de esos chilenos, mataderos de pollos y cerdos, ductos contaminantes en Mehuín, malls en Castro. ¿Valdrá la pena que baile cuecas ahí?
Washington iñora, ahí quédese más mejol… y de vacaciones, hágase una selfie en París.