Por Juan Paulo Rivera, Sociólogo – Corporación ACCESO.
Muchos colegas hoy en día, vinculados a ese que hacer social que suele llamarse algo parecido a la tan manoseada “vocación de servicio público”, se capacitan, renuevan su lenguaje y cada cierto tiempo desdeñan de la intervención, para darse cuenta después que siguen operando bajo los preceptos epistemológicos de la teleología aristotélica, apurándose en felicitar a Maturana por su autopoiesis, pero tratando a los sujetos como maquinas triviales.
Otros, más “progresistas”, apuran la dialéctica con el objetivo de “crear conciencia en un sujeto alienado” desde el consumo de todo como sentido de la existencia, para ordenar el deber ser de la existencia humana, algo así como una doctrina material moral.
Todas esas concepciones, a mi juicio, y parafraseando a Luhmann, no ven que no pueden ver lo que no pueden ver, dado que pretenden abordar los fenómenos sociales desde enfoques individuales. Dicho de otra manera, pensamos que mientras más sujetos intervenimos, más atacamos el fenómeno social, cuando ya el viejo funcionalista Durkheim nos decía que todo hecho social tiene causas sociales y eso a pesar que se inserte socialmente a Juanito y perenganito al sistema.
Una cosa es que la sociedad necesite del sujeto y otra es pensar como se piensa que la sociedad está compuesta de estos. Bueno, el Estado chileno opera así, a cada fenómeno social que marque la agenda se le crea un programa y cada cierto tiempo se aplica mano dura o blanda, dependiendo de la demanda y se engrasa y desengrasa la puerta giratoria, buscando culpables nuevamente en el sujeto; primero policías, después fiscales, después los jueces y por último la mamá que sale a trabajar y deja “botao a los cauros chichos”.
Frente a este estado de cosas, es pertinente preguntarnos, ¿Es la delincuencia un fenómeno social o individual? La respuesta natural a esta pregunta es ambos, sin embargo, en esos ambos radica el verdadero interés de esta perogrullada. Materia de otro texto será el sujeto y su apostolado, pues nos interesa ahora la delincuencia como fenómeno social.
Dicho de otra manera, el modelo de desarrollo actual en Chile reproduce delincuencia, y no sólo por el alto nivel de exclusión estructural, sino que además porque la delincuencia hoy día es una forma más de emprendimiento. Dicho de otra manera, es el triunfo de la iniciativa privada por sobre el interés colectivo y por lo tanto es un triunfo del Estado chileno y sus ministros de economía.
A modo de ejemplo, para estas navidades en Temuco, el Alcalde decretó el cierre vehicular de las principales calles céntricas donde está el comercio, dejando libre tránsito a los reyes magos temucanos. Mi abuelita Rosa, que en paz descansa, me decía que el valor de la Navidad era otro y por supuesto no era un valor de cambio ni una mercancía. Bueno, de ese valor es del que hemos estado hablando todo este rato y sin nombrarlo.