Por el Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicioc.cl académico e investigador (UACh).
“En la Unión Soviética, el capitalismo triunfó sobre el comunismo. En Chile, el capitalismo triunfó sobre la democracia (y la justicia)” (Fran Lebowitz, columnista y crítico social).
“La ventaja de ser inteligente, es que se puede fingir ser imbécil, mientras que al revés, es imposible (Woody Allen).
¡Nuestros parlamentarios y el Gobierno de Bachelet lo hicieron de nuevo! Luego de meses de “arduas negociaciones”, acuerdos bajo cuerda, contubernios entre cuatro paredes y de darse vueltas de carnero para uno y otro lado (especialmente, los comunistas), la clase política dio la gran noticia: un aumento de espectaculares $7.500, lo que hace subir el sueldo mínimo de $250.000 a $257.500 a partir de julio de 2016, y otro “enorme” aumento de $6.500 a partir del 1º de enero de 2017, lo que llevará al sueldo mínimo a la estratosférica cifra de… $264.000. Me encantaría ver a nuestra presidenta, a su cuerpo de ministros y a nuestra clase política mantener a una familia con $264.000 al mes. Me encantaría ver cómo lo hacen. Pero aún hay más.
A continuación, los nuevos esclavos y mano de obra barata chilena tendrán que esperar otro año más para recibir de manera parcializada un monto extremadamente “generoso” de $12.000, que la inflación galopante se lo habrá comido entero y por completo, antes de que alcance a ser recibido por los trabajadores-esclavos. Es como para ponerse de pie y comenzar a entonar nuestro himno nacional, porque la alegría finalmente les llegó a los esclavos chilenos.
¿La razón de tanta alegría y felicidad? El gobierno de la presidenta Bachelet, los parlamentarios, los partidos políticos de la Nueva Mayoría, de Chile Vamos y los grandes empresarios aliados le han regalado a los esclavos chilenos del siglo XXI un pollo entero –relleno de hormonas y agua–, dos kilos de pan y dos lolis extra para los niños, por cada mes, para los próximos dos años.
Eso sí, el gobierno de Bachelet olvidó que con la inflación, probablemente los nuevos esclavos del sueldo mínimo tendrán que conformarse con el pollo –siempre relleno de hormonas y agua– y un solo kilo de pan.
Ahora bien, si debemos entender que este tremendo regalo del gobierno a los chilenos, es el resultado final del “gran milagro económico de Chile”, entonces lo deseable sería concederle ese “gran honor” a otro país. ¿Las razones? Ahora las comentamos.
Además de estar clasificado como el segundo país más pobre de las 34 naciones que conforman la OCDE, Chile está considerado como la nación más desigual en relación con la distribución de la riqueza, ya que existen unas pocas familias extremadamente ricas, influyentes y poderosas que acaparan más de 60% de toda la riqueza del país, en tanto que existen millones de chilenos al borde de la indigencia. ¿Una pequeña prueba de lo anterior?
Alrededor de medio millón de esclavos chilenos (500.000) estarán obligados a subsistir con el (nuevo) sueldo mínimo de $257.500 mensuales, es decir, una familia que esté conformada por sólo cuatro personas deberá ser capaz de sobrevivir un mes completo con la fabulosa cifra de $64.375 cada uno de los integrantes de la familia, o si lo quiere expresado de otra manera, con $2.145 al día.
Si ahora hacemos el cálculo global, nos da un total de alrededor de dos millones de nuevos esclavos (2.000.000) viviendo con algo más de $2.145 al día. Una cifra “suculenta” como resultado del milagro de la economía chilena, ya que el país tendrá millones de esclavos chilenos que entregarán mano de obra muy barata para que las pocas familias empresarias y políticas de nuestro querido Chile sigan manejando a este país a su antojo, sigan haciéndose cada día más ricas y continúen disfrutando de su obscena riqueza y privilegios.
Por otra parte, hay otro millón y medio (1.500.000) de ex esclavos chilenos (entiéndase PENSIONADOS o JUBILADOS) que deben, literalmente, sobrevivir –pidiendo limosnas, recogiendo frutas y verduras sobrantes de los feriantes, así como alimentos que sobran de restaurantes y basureros– con la exquisita suma promedio de $197.726 al mes. Esa cifra corresponde a los datos –muy poco creíbles, por lo demás– que entrega la Superintendencia de Pensiones, por cuanto, otros informes y estudios hablan de un promedio de $165.000 mensuales, es decir, verdaderas pensiones de hambre. Pensiones miserables. Pensiones indignas para millones de ex esclavos chilenos que se deslomaron y descrestaron trabajando durante 40, 45 y 50 años para que este país, que es Chile, surgiera.
La misma Superintendencia de Pensiones, en estrecha colusión con las AFP y el Gobierno anunciaron –muy sueltas de cuerpo y con una gran sonrisa en la cara– que las pensiones serían, una vez más, rebajadas en un 2% promedio, a raíz de que a los nuevos y viejos esclavos chilenos se les ocurrió prolongar sus vidas –¡qué mala educación de estos viejos!– en varios años más, acercándonos ahora a los 90 años de vida. Lo curioso de todo esto, es que de forma milagrosa, cada tres años, los esclavos chilenos –nuevos y viejos– aumentan sus expectativas de vida en dos y hasta tres años de vida en cada ocasión, con lo cual, cada cierto tiempo, se rebajan los montos de las pensiones (que ya son miserables y de hambre). Sería óptimo que alguna autoridad pudiera explicar cómo se ha producido este otro gran “milagro chilensis”, si cada día aumentan en Chile los fallecimientos y muertes a causa de miles de accidentes cardio y cerebrovasculares, muertes a causa del aumento exponencial de casos de cáncer, muertes por ataques al corazón al por mayor, muertes por diabetes, muertes por exceso de ingesta alcohólica (somos el país que ocupa el primer lugar a nivel Latinoamericano en alcoholismo), muertes por tabaquismo, muertes por polución del aire, muertes por exceso de contaminación ambiental, muertes por consumir agua contaminada con mercurio, plomo y residuos químicos, etc., y con el 60% de la población con sobrepeso y obesidad mórbida.
Lo peor viene ahora: de acuerdo con diversos estudios –entre ellos de la revista Economía y Negocios–, se calcula, que en unos 10 años más, tendremos a más de ¡tres millones! de pensionados (3.000.000) con pensiones de hambre, y dentro de 35 años –de mantenerse el sistema perverso de las AFP que el Gobierno de Chile se empecina en mantener, legitimar, cuidar y perpetuar–, habrán, según el Gerente de Estudios Roberto Fuentes, cinco millones trescientos mil (5.300.000) ex esclavos chilenos empobrecidos y encadenados a un sistema que sólo produce pobreza, indigencia, trato inapropiado y violación a los derechos a tener una vida digna, tranquila y en paz al final de sus días.
Para más remate, Bachelet y sus ministros han decidido que a partir del 1º de julio de 2016 se comienza a discutir un proyecto de ley propuesto por el Gobierno para aumentar la edad de jubilación de las mujeres de 60 a 65 años, y lo más probable, es que esa decisión sea acompañada por un aumento en la edad de jubilación de los hombres de los actuales 65 años a 70 años. (Tras bambalinas se escucha, que la propuesta sería elevar la edad hasta los 75 años, de modo que las personas se mueran justo cuando se jubilen y, por esa vía, dejen de molestar e incomodar al gobierno clamando por mejores pensiones).
Pero todavía hay más. De acuerdo con el SENADIS (Servicio Nacional de la Discapacidad), alrededor del 12% de la población chilena presenta algún tipo de discapacidad, ya sea de tipo físico, visceral o intelectual, lo que conduce a que la gran mayoría de los casi dos millones de discapacitados chilenos NO TENGA POSIBILIDAD ALGUNA DE ACCEDER A EMPLEOS REMUNERADOS (para qué hablar de educación de calidad, salud y justicia), y cuando obtienen un trabajo, deben arrodillarse ante su empleador a dar gracias, si es que les pagan el sueldo mínimo, ya que como son discapacitados…
De acuerdo con un estudio de Sarah Gammage, Thomas Alburquerque y Gonzalo Durán (“Pobreza, desigualdad y empleo en Chile”, OIT, Ginebra, 2014), alrededor del 80% de la población chilena tiene empleos de baja calidad y mal remunerados, lo que determina que la esclavitud moderna comience y también termine allí, en una suerte de círculo vicioso de nunca acabar, porque obliga a los hijos de estos esclavos modernos que están encadenados a un sueldo miserable, a continuar en el mismo hoyo, por la incapacidad de estos padres de pagarles a sus hijos una educación de buen nivel y a enviarlos a una universidad de prestigio y con calidad certificada.
Finalmente, y sólo como referencia: ¿Sabe el lector(a) cuál es el monto “autorizado” por el Gobierno de Chile para pagar a los trabajadores menores de 18 años y a los mayores de 65 años? La fabulosa cifra de $192.230 brutos mensuales. (Comencemos, entonces, a entonar el himno nacional: “Puro, Chile, es tu cielo azulado…”)
Los diversos gobiernos de nuestro país, sean de izquierda o de derecha, se las han ingeniado para cambiar el concepto de “esclavo” de siglos pasados, por un eufemismo más atractivo, a saber, el de “trabajador contemporáneo”, y en lugar de proporcionarles latigazos, alojamiento y comida de desecho, ahora le entregan programas de televisión chabacana, los mantienen ignorantes y cuasi analfabetas y los “remuneran por sus servicios” (de esclavos) con un sueldo mínimo establecido por ley de $257.500, para que se paguen su habitación, su comida y se queden callados. Todo lo anterior, con el loable propósito que la economía del país no se “arruine”, los ricos se hagan más ricos, la clase política mantenga el poder y sus privilegios, y la colusión del gobierno con los empresarios (que se han comprado a los políticos de este país) “pase piola” ante la opinión pública.
Tal como señaló, muy agudamente, el analista y periodista británico Robert Hunziker, el gran “milagro de la economía de Chile” es absolutamente real, “SIEMPRE Y CUANDO USTED SEA RICO”, de otra forma, la mitad de los chilenos se convierte en un numeroso contingente de esclavos modernos que ofrece mano de obra barata a los pocos dueños de este país, sean chilenos o extranjeros.
Es más. Dado que el “milagro económico chilensis” tiene a un ¿7%? de chilenos desempleados, basta con que se les dé algo de comida y alojamiento (en lo posible, sin latigazos), y los dueños de Chile tendrán esclavos y sirvientes aún más baratos y serviles durante muchos años. (Seguimos cantando: “Puras brisas te cruzan también, y tu campo de flores bordado…”)
Sinceremos ahora un poco las cosas y la realidad de nuestro país. Según el Consejo de Asuntos Hemisféricos (Council on Hemispheric Affairs) –no lo digo yo–, nueve de cada diez trabajadores (o esclavos) chilenos ganan menos que el salario promedio de los países desarrollados, realidad que deja sólo a un trabajador de cada diez con un salario digno y que lo saca de la categoría de esclavo. ¡Sólo uno!
Por su parte, los investigadores de la Universidad de Chile, Ramón López, Eugenio Figueroa y Pablo Gutiérrez, quienes se dedicaron a analizar en el año 2013 la distribución del ingreso en chile, utilizando la base de datos de Servicio de Impuestos Internos (SII) pusieron en evidencia la “extrema desigualdad” existente en Chile y la subestimación del “verdadero nivel de concentración de la renta” en muy pocas personas, es decir, nuestros gobiernos nos mienten sin asco para que nos quedemos tranquilos y mirándonos el ombligo. Según los cálculos y análisis de estos investigadores, nada menos que el 21% de los chilenos vive en la pobreza, pero esto se intenta disfrazar con cifras falseadas, con malabarismos, y con discursos populistas y demagógicos.
Dejo el link, por si algún lector quiere profundizar en el análisis: http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/306018fadb3ac79952bf1395a555a90a86633790.pdf)
Reflexionemos un poco: si el Gobierno de Sebastián Piñera y sus ministros fueron capaces de falsear toda una encuesta nacional que costó miles de millones al erario público, ¿alguien es tan ingenuo como para pensar que es muy difícil “maquillar” y arreglar un poco otros datos estadísticos? Por último, para eso están todos los bonos que entregan los gobiernos a sus nuevos y viejos esclavos.
Síntesis final: efectivamente, Chile es el mejor país del mundo… siempre y cuando usted sea SÚPER RICO, de otra forma se expone al abuso, a la explotación y a la injusticia. (Entonces, Chile… ¿es la copia feliz del Edén?).