Por Gonzalo Véjar Paz, antropólogo.
“Hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” – Albert Camus
Desde las comunas es usual que militantes y simpatizantes de diferentes partidos políticos elaboren fuertes discursos criticando a las elites, a sus representantes en el Parlamento, a autoridades regionales y a sus propios dirigentes partidarios, quejándose respecto a las malas prácticas, a la utilización de los partidos y la actividad política para fines personales, a la relación espuria entre política y negocios y a numerosas acciones que acrecientan el desprestigio y la desafección por parte de la ciudadanía.
Si bien muchas de las quejas son verdaderas, ¿qué se hace desde lo local para modificar el actual escenario? Lo cierto es que poco, tendiendo más a la reproducción de negativas prácticas que a la transformación. En este sentido, sólo un par de consultas ¿Cuántos partidos en comunas realizan Escuelas de Formación Política? ¿Cuántos se dan a la tarea de generar la orgánica de la juventud al interior de su comunal? Probablemente muy pocos y si lo están desarrollando, su labor comunicacional debe ser exigua, porque poco se conocen.
Por tanto, la retórica crítica de los actores políticos locales tendría que ser más coherente y menos contradictoria, trabajando y propiciando estrategias que los acerquen a sus vecinos y ciudadanos, ya que no hay que perder de vista que una de las finalidades de los partidos políticos es de forma creciente sumar nuevos adeptos, apoyos y alianzas desde el mundo político y social que sustente acumulación de fuerzas y para ello hay que debatir, tensionar y redefinir los límites de lo posible y lo deseable, lo que puede ser socialmente definido y decidido, pensando el futuro como una construcción colectiva.
A este ejercicio se le ha denominado “politización”, involucrando pugnas entre quienes intentan expandir los límites de lo que se puede decidir socialmente y quienes se oponen a ello. En este sentido, el Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Desarrollo Humano en Chile, “Los Tiempos de la Politización” (2015), define “lo político” como todo aquello que una sociedad establece como susceptible de ser decidido colectivamente y a “la política” como la expresión institucional de un determinado estatus de la definición de lo político. Por ende, “lo político trasciende ampliamente a la política, pero la contiene”.
En relación a cuestiones políticas locales, sobre todo en un año de elecciones municipales, es de esperar que el comportamiento de dirigentes, militantes y simpatizantes vaya más allá de las legitimas negociaciones en torno a la representación de los partidos en el gobierno comunal, ya que un año electoral entrega la posibilidad de acrecentar discusiones programáticas, considerando las propias convicciones en relación a la elaboración de acertados diagnósticos que interpreten correctamente la realidad local, dando cuenta de la diversidad y de la libertad de expresión y de crítica a los planteamientos, que pueda ser emanado sobre todo desde el sentir comunitario.
En un año electoral municipal desde lo local hay que estar disponibles para un diálogo razonado y un intercambio racional de argumentos, alejado de lo sectario y lo fanático, generando y colocando en circulación ideas que sirvan al debate público, porque las ideas importan y tienen la capacidad y la fuerza para impulsar procesos de cambio social.