Por Felipe Valdebenito, periodista, director Fundación Newenche de Izquierda Autónoma Temuco.
Si la actual política, esa de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera, les permitió a los empresarios hacerse ricos por medio del robo y la colusión, que una nueva política, sin estos viejos políticos y partidos, les cierre la puerta para siempre.
Al parecer, los casos de colusión, corrupción empresarial y política no fueron sucesos del 2015, recién partiendo el año la Fiscalía Nacional Económica (FNE) da otro golpe a la ciudadanía informando la colusión de los supermercados.
¿Indigna? Sí. Pero también cabe preguntarnos ¿quién no está coludido en este país? Los hechos nos están demostrando que los empresarios y la política, con el caso de préstamos a parlamentarios, lo están por igual. El modelo económico que creó la dictadura y profundizo la concertación, hoy Nueva Mayoría, dan cuenta de un modelo económico altamente concentrado, diseñado para el robo sin sanción y la acumulación de riqueza en unos pocos.
A todas y todos nosotros, los endeudados por la educación, vivienda, salud, entre otros, nos gustaría coludirnos para no pagar esas injustas deudas. Sin duda esa acción sería justa y beneficiaría a la gran mayoría del país, pero si lo hacemos, seguramente caerá sobre nosotros todo el peso de la ley. Y ahí uno se pregunta ¿para qué están hechas las leyes? ¿A quién defienden? seguramente son preguntas que ya se hizo y ha respondido, y claro, si los hechos demuestran que defienden a los poderosos de siempre.
Han pasado 25 años de lindos discursos, de esos que hablaron de igualdad, justicia social, desarrollo y mejor calidad de vida, esos que llenaron las páginas de diarios y los espacios en televisión, pero que en realidad no cambiaron nada y sólo fueron palabras para ocupar espacios de representación. La dependencia y subordinación de los partidos políticos y el Gobierno al gran empresariado, han permitido que las leyes y el Estado este a favor de una elite que gana con la pobreza de todos y todas nosotros.
Por lo anterior, a la colusión no sólo debemos responderle con indignación, sino que debemos responderle con organización, para así combatir esta injusticia de forma colectiva.
Cuando existen dos coaliciones políticas que se parecen tanto (Derecha y Nueva Mayoría) y que han beneficiado a los empresarios por tanto tiempo, se vuelve fundamental y necesario que los afectados, indignados, los de abajo, la gente común y corriente, construya y sea parte de otras alternativas políticas, profundamente democráticas y con autonomía del empresariado.
Si abandonamos la política se la seguiremos entregando a ellos, el problema no es la política, el problema son esos partidos políticos que trabajan para los que se coluden y roban. Por tanto se vuelve fundamental cambiar el carácter de clase de la política y así ponerla bajo un estricto control social, democrático y transparente, que permita ponerla al servicio de las mayorías.
Las fuerzas sociales y de cambio, el estudiante, el poblador, el trabajador y trabajadora, los distintos pueblos, a fin de cuentas el excluido y excluida no tenemos otro camino, otro Chile, uno más justo con todas y todos, depende de nosotros, debemos ser lo suficientemente creativos para terminar con estas injusticias, partamos por la política, tomémosla en nuestras manos y devolvámosela a la gente.