Por Carlos Berner Otto, director de la Escuela de Ingeniería en Construcción de la Universidad Mayor Temuco.
La contaminación ambiental es una realidad instalada en las ciudades del sur de Chile, hecho que se ve reflejado permanentemente en nuestra región, especialmente en Temuco y Padre Las Casas, donde en el periodo de alerta sanitaria 2015, se constataron 167 episodios de alerta, preemergencia o emergencia ambiental, en las tres estaciones de monitoreo existentes en la intercomuna. Sin duda, similares índices se replican en otras localidades de La Araucanía, pero son desconocidos porque en ellas no se cuenta con monitoreo.
En la zona saturada de Temuco y Padre Las Casas, la leña es la responsable del 82 por ciento y 94 por ciento de las emisiones de Material Particulado Respirable MP10 y MP2,5, debido a que es el principal combustible para calefacción y cocción de alimentos. Por lo tanto, las políticas públicas deben apuntar -y así lo están haciendo- a controlar la calidad de la leña y los artefactos utilizados, así como a la disminución en su consumo, lo cual se logra en gran medida mejorando la aislación térmica de la vivienda.
El aislar correctamente una edificación implica reducir las pérdidas de calor por su envolvente-techumbre, muros, ventanas y piso, lo que aporta a la disminución de la demanda y el consumo energético.
Desde hace varios años, el Estado viene implementando medidas tendientes a mejorar el confort higrotérmico de las viviendas y disminuir su demanda energética, entre las cuales se incluye la Reglamentación Térmica, incluida en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, cuya primera etapa empezó a regir en marzo del 2000 y convirtió a nuestro país en el primero de Latinoamérica en incorporar exigencias térmicas en su normativa de construcción. En el mismo sentido, se implementó, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, un subsidio de mejoramiento térmico de viviendas y, por medio del Ministerio del Medio Ambiente, un subsidio para el recambio de calefactores que busca utilizar estufas a leña más eficientes o definitivamente migrar a energéticos menos contaminantes.
Una iniciativa de gran relevancia dice relación con la Calificación Energética de Viviendas, implementada por el Minvu, en conjunto con el Ministerio de Energía. La CEV corresponde a un procedimiento para determinar el desempeño energético de una vivienda, evaluada en virtud de su requerimiento de energía, cuyo objetivo es promover la eficiencia energética con la entrega de información objetiva desde los propietarios primeros vendedores a los compradores.
Hoy, el sistema es voluntario, pero está en estudio su obligatoriedad, momento desde el cual cada vivienda nueva deberá ser evaluada y dispondrá de una etiqueta indicando su demanda y consumo energético, con colores y letras de la “A” a la “G” -mayor a menor eficiencia- en un concepto similar al de los electrodomésticos.
La CEV está llamada a generar un círculo virtuoso, ya que permitirá a los usuarios tomar una decisión informada y hacer mayores exigencias al momento de la adquisición de su casa o departamento, lo que llevará a inmobiliarias y constructoras a velar por estándares superiores en términos de eficiencia energética.
Lo anterior se traducirá en un menor consumo en calefacción, además de viviendas con un alto confort higrotérmico, con los consiguientes beneficios para el medioambiente, la economía y la salud de la población.