Cony Stipicic. Cecilia Barría. Uqbar. Editores. 161 pág. 2017.
Por Cristhian Castillo Melgarejo, Dr. en Procesos Sociales y Políticos en América Latina.
A continuación, presentamos a nuestros lectores una reseña del libro señalado, esperando una lectura y discusión en un futuro próximo.
El libro se organiza según su índice de contenido de la siguiente forma:
Prólogo, Introducción, siete capítulos: 1) El inicio de un recorrido inesperado; 2) Chile en crisis: La experiencia de Cieplan; 3) El desafío de un gobierno en democracia; 4) El ajedrez político: dirigente, candidato y senador; 5) Hacia un Chile global; 6) Chile en la trampa; 7) Una Segunda Transición.
El sustento del texto se basó en una serie de entrevistas a Alejandro Foxley Rioseco, un referente para comprender los últimos 30 años de la historia reciente de Chile, en una publicación periodística de cobertura nacional, Ascanio Cavallo, afirmaba la estatura política, preparación académica de Foxley Rioseco, no la veía en ningún actor político relevante hoy. A modo de trayectoria señalamos sus actividades pasadas: Ministerio de Hacienda (ministro), Cancillería, senador, presidente de la Democracia Cristiana, académico y político militante.
Hablar de la historia reciente, enfrenta a los actores de su tiempo, cada hombre y mujer, es parte de las diversas lecturas de contexto y, circunstancias cargadas de emotividad, por los eventos políticos vivenciados en los últimos 45 años.
Chile concluyó la primera transición, para unos ejemplar, para otros lleno de ripios y enclaves autoritarios, el retorno a la democracia, mediante elecciones democráticas, previo plebiscito, allanó el camino para esta denominada primera transición en la cual el Pesidente Patricio Aylwin, fue un actor fundamental, señalando una frase que rotula su periodo “en la medida de lo posible”. Los objetivos de llevar a cabo la transición, obligaron a organizar equipos de trabajo a cargo del programa económico social, Aylwin, Correa, Boeninger, coordinados por Foxley, los primeros impasse surgieron con el Partido Socialista, una vez concluida las diferencias, se delinearon las vigas maestras en materia política social, disminuir progresivamente las desigualdades, y más mecanismos de inclusión social. Mejorar la calidad de vida de la población, fue una meta estratégica de los primeros 30 años, se triplico el ingreso por persona, se redujo la pobreza desde 45 a un 12 por ciento. De un sexto lugar en 1990 a un primer lugar en los indicadores de desarrollo de su economía en América Latina, desarrollo social y calidad de vida.
El problema hoy es la reducción del crecimiento económico, la creciente inseguridad laboral en un mundo competitivo y globalizado. La creciente desconfianza en la clase política por casos de connotación pública SQM, Ley de Pesca, financiamiento de la política, ha dejado a la población en un espacio de indefensión, sitio de alta efervescencia social, el eje de participación ciudadana aumenta en manifestaciones públicas, pero aún no impacta en las vigas maestras de las instituciones democráticas.
Según Foxley, nos encontramos en una trampa de los países de ingreso medio, estos caen en una trampa, les limita transitar hacia sociedades más inclusivas, economías avanzadas, democracias maduras. Ese umbral no lo ha cruzado ningún país de América Latina.
Se necesita una capacidad de diálogo entre todos los estamentos y sus respectivas cúpulas directivas y poder político, para sustentar una segunda transición, primero escapar de la trampa de los países de ingreso medio y establecer fuertes cimientos de una democracia avanzada.
Las políticas públicas bien direccionadas, mejoran la vida de los ciudadanos e impactan en el crecimiento de la nación. Foxley insiste en dos grandes reformas, una reforma cultural profunda, en nuestras relaciones sociales, familiares, ciudadanos opinantes, activos en espacios de participación en el entorno próximo. La segunda, una gran reforma del Estado. Se necesita en Estado inteligente. Actualmente nuestro Estado es burocrático, tradicional, muy lento en sus procesos de gestión, no está acorde de las necesidades de la actualidad, urge una descentralización del Estado, se deben formar cadenas de financiamiento de alta cobertura. El Estado debe concentrar los recursos en educación e invertir en mejorar la capacidad técnica y productiva de Chile.
La cultura de la disputa de la primera transición, debe transformarse en diálogo, entendimiento, cooperación, sentando las bases de la segunda transición y el cambio cultural. Se debe abrir espacios a los jóvenes, otorgar reales espacios de acceso al poder e influencia. Los últimos dos gobiernos, repitieron sus nombres en presidencias ministerios, intendencias y otras reparticiones.
¿No hay talento nuevo?
Las cúpulas partidistas no permiten nuevos liderazgos, parafraseando a Portales o será “el peso de la noche” no los deja emerger.
Retomo el final, es un libro para reflexionar en carne propia de un actor principal de la transición Chilena. Lectura obligada.